La profesión de tasador inmobiliario es cada vez más demandada en el mercado laboral del sector y por parte de los diversos profesionales, lo que resulta absolutamente lógico. Actualmente, en nuestro país, las sociedades de tasación se hallan sometidas a una normativa muy estricta y supervisadas de forma permanente por el Banco de España.
Ello es una forma clara de garantizar tanto la solvencia y la eficacia de estas sociedades, como fue independencia en el ejercicio de las labores que les son propias. Además, la actual revolución digital está contribuyendo a mejorar considerablemente los controles de calidad de esta profesión.
Las sociedades de tasación son muy apreciadas en el mercado del inmueble, precisamente porque aportan seguridad, y más en un sector económico que en los últimos años se ha caracterizado por múltiples altibajos e incertidumbres, qué, por fortuna, están disminuyendo.
La labor del tasador inmobiliario es una labor altamente especializada, que se efectúa en contacto cotidiano con los diversos actores del mercado. En la España actual, operan mas de 4000 tasadores cualificados con titulación superior y universitaria.
Marco regulador de las sociedades de tasación en nuestro país
Las tareas de estos profesionales son un apoyo esencial para que los intervinientes en el mercado del inmueble puedan realizar su trabajo y sus operaciones con el máximo rigor y la máxima calidad. De ahí la gran importancia del marco regulatorio de esta actividad.
Al hablar de este marco, hemos de referirnos a la Ley 2/1981, de 25 de marzo, de regulación del mercado hipotecario, así como al Real Decreto 775/1997, de 30 de mayo, de Régimen Jurídico de Homologación de los servicios y sociedades de tasación.
Este último se encuentra ampliamente desarrollado por la Orden ECO/805/2003, de 27 de marzo, sobre normas de valoración de bienes inmuebles y de determinados derechos para ciertas finalidades financieras.
Incluso existe un Reglamento de Conducta Interna, establecido mediante la Circular 7/2010, de 30 de noviembre, del Banco de España que busca garantizar la independencia de estas sociedades. A todo ello, hay que añadir que las empresas dedicadas a esta actividad han de cumplir estrictamente con idénticos estándares de calidad.
El tasador ha de realizar una visita interior del inmueble, para identificarlo y establecer sus linderos, geometría, estado de conservación, antigüedad, estado de ocupación, y si existieran determinadas limitaciones. También deben llevar a cabo la revisión de los aspectos legales del inmueble: así por ejemplo, su titularidad y superficie incluidos en el Registro de la Propiedad, así como su superficie, cargas fiscales, etcétera, y la correspondencia de tales datos con los inscritos en el Registro Catastral.
Igualmente ha de comprobarse la situación urbanística del inmueble, y si está cumple con la normativa legal. Por lo tanto, nos hallamos ante tareas y deberes profesionales de gran envergadura y complejidad, para las que la especialización resulta absolutamente crucial. La regulación a la que se hallan sometidas las sociedades de tasación es de tal calibre, que en las empresas de cierta magnitud que desempeñan esta actividad hay departamentos especializados en ello.
Sin los tasadores inmobiliarios, el sector permanecería desorientado y ciego, pero, a su vez, el correcto y límpido funcionamiento de esta actividad profesional ha de verse sometido a estrictos y rigurosos controles desde el Estado.
Con el actual repunte de determinados segmentos del mercado inmobiliario, tales como el de la logística o el del build to rent, y la repercusión de todo ello en una recuperación económica general, el relieve y protagonismo de los tasadores se hacen hoy más visibles que nunca. El propio segmento de actividad que la tasación supone se encuentra, por lo tanto, en notable y permanente expansión.