Las zonas comunes son de una importancia cada vez mayor en el negocio inmobiliario. Y más desde que el histórico confinamiento domiciliario de marzo a mayo de 2020, que nos llevó a apreciar mucho más lo que tenemos en nuestro entorno más inmediato, sin salir de nuestro propio edificio de viviendas.
En esta época de cambios y de incertidumbres en que prolifera el teletrabajo y el poder desempeñar nuestra labor profesional desde nuestro domicilio, las zonas comunes están adquiriendo un carácter gradualmente más multidisciplinar, que incluye también todo lo relativo al trabajo.
Una de las causas de que actualmente se demanden mucho más las viviendas de obra nueva que las de segunda mano es la tendencia a crear en los inmuebles nuevos muchas más comodidades, entre ellas unas zonas comunes mucho más completas.
¿Qué busca el comprador en una vivienda con zonas comunes?
Bien sabido es que desde 2020 a esta parte, los potenciales compradores y arrendatarios de pisos están prefiriendo viviendas en lugares más tranquilos y alejados del bullicio urbano céntrico, y además que posean en sí las suficientes ventajas para no tener que vernos forzados a alejarnos demasiado de casa siempre que queramos llevar a cabo determinadas actividades, como gimnasia, deportes, pasear, nadar en una piscina, etc.
El reciente marasmo climatológico del ciclón Filomena es otro aviso de que en la vida no faltan ocasiones en que nos es necesario tener un buen lugar donde permanecer y no vernos expuestos a las inclemencias de la meteorología ni las oscilaciones climáticas.
De todo ofrecen las zonas comunes de los edificios recientes: desde áreas de juego, de deporte, gimnasios propios, piscinas, coworking, y hasta gastrotecas, salas de cine y huertos urbanos. Todo ello comporta un evidente valor añadido para el inmueble, y tanto los usuarios como los inversores del propio sector del inmueble lo tienen mucho más en cuenta a día de hoy.
Se está convirtiendo en algo sumamente frecuente que el comprador y arrendador pregunta a menudo por las zonas comunes, cosa que hasta hace bien poco no sucedía. A ello hay que agregar que estas han dejado de ser un lujo para convertirse en un equipamiento básico demandado en la mayoría de nuevas promociones inmobiliarias. Un valor añadido que hoy resulta de importancia crucial para valorizar un activo de este tipo en el mercado actual.
El mercado residencial se prepara para las nuevas exigencias
No en vano el arquitecto Julio Touza afirmaba el pasado año que desde el 2014 el comprador inmobiliario se ha vuelto mucho más exigente. Asimismo, Jaime Fernández, gerente adjunto de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid, afirmaba que lo más seguro es que las zonas comunes vayan adquiriendo un creciente protagonismo en el mercado residencial.
Touza es el artífice arquitectónico de Riverside Homes, una torre de 72 metros de altura sita en Legazpi, que incluye una gran terraza común con un huerto urbano y un gran telescopio.
Sin embargo, todo tiene sus pros y sus contras, y desde promotoras como Neinor Homes también llegan análisis algo más aquilatados y realistas, que sostienen que lógicamente hay que valorar de manera previa si determinados tipos de zonas comunes nos convienen: si van a ser más o menos ruidosas, si la tarifa del gimnasio comunitario no va a ser costosa que la de un gimnasio externo (como también bastante a menudo sucede), o si pueden disparar el recibo mensual de la comunidad.
En todo caso, los profesionales del sector suelen coincidir en que las grandes zonas comunes han de corresponderse con las grandes promociones, en que esta oferta sobreañadida resultará asequible, y no tanto en promociones medianas.
Sin duda alguna, las zonas comunes darán cada vez más que hablar en el mercado residencial.