Las oficinas flexibles continúan siendo una opción sólida en el sector, a pesar de los golpes y reveses de la actual situación pandémica. Para quien todavía no sepa de qué se trata esta tendencia: las oficinas flexibles son aquellas que se definen sobre todo por la flexibilidad en cada uno de sus aspectos fundamentales: su contratación con el cliente, en su ubicación, en su tamaño, o en los servicios adicionales que se ofrecen en relación con ellas.
Hace algunos años, las oficinas de esta índole eran un fenómeno minoritario, circunscrito a las centrales de algunas compañías multinacionales. Pero desde hace no mucho tiempo se han convertido en algo cada vez más extendido y con mayor aceptación a nivel europeo (aunque en España aún nos falta ponernos al día en ese sentido, como luego veremos).
Han terminado impregnando todo el ámbito del trabajo en oficina, y contribuyendo a metamorfosear el concepto mismo de las tareas cotidianas desempeñadas en este tipo de ambientes laborales y empresariales. Su mayor ritmo de expansión se había producido sobre todo desde el 2015, año de por sí decisivo en el crecimiento económico que siguió al periodo de recesión y de incertidumbres de la crisis financiera de 2007.
Adaptación del propio lugar de trabajo a la vida del trabajador y no a la inversa
Sin embargo, a día de hoy la flexibilidad que ofrecen este modelo de oficinas flexibles es clave para un mejor desenvolvimiento de las empresas en una coyuntura difícil como la de los presentes momentos. La posibilidad de que el propio lugar de trabajo se adapte a la vida y la dinámica cotidiana del trabajo y de los trabajadores (cuando tradicionalmente ha sido justo a la inversa) resulta muy atractiva, y es el puntal principal de la buena acogida de las oficinas flexibles.
Hay que destacar que el volumen de las transacciones relacionadas con este modelo de oficinas ha alcanzado este año los casi 6.000 metros cuadrados en Madrid, si bien en Barcelona ha retrocedido desde el 2019 a esta parte.
El director de la consultora inmobiliaria multinacional estaodunidense CBRE en España, José Mittelbrum, señala que todavía este tipo de oficinas constituyen un segmento pequeño y minoritario de las transacciones vinculadas con oficinas en nuestro país: tan sólo un 1,5% en Madrid y un 2,3% en Barcelona.
Sin embargo, el mismo analista insiste en que el crecimiento de esta tendencia en España cuenta en el momento con buenos augurios. Si bien aún es pronto para pronosticar el comportamiento del mercado cuando la pandemia vaya quedando atrás, sí es cierto que se observa una creciente propensión de los propietarios de edificios a alquilar cautamente sólo una parte de estos para agregar valor a su propiedad. Así, Mittelbrum habla de localizaciones madrileñas concretas en que la oferta de las oficinas flexibles tiende expandirse:
– Anillo de la M-30.
– Zona de Manoteras y de Julián Camarillo, donde los inmuebles dedicados a finalidades empresariales y de negocios se hallan especialmente concentrados, pese a su relativa lejanía geográfica respecto de grandes arterias de comunicación tales como al mencionada M-30.
Algunos operadores como Utopicus anuncian sus intenciones de continuar expandiendo este modelo de oficinas en núcleos como Madrid, y de hecho ya han sumado recientemente más de 16.000 metros cuadrados a su cartera de inversiones. Asimismo, un operador procedente de Barcelona, Aticco, ha desembarcado en Madrid, con más de 2.600 metros cuadrados en su haber.
A ello hay que añadir la actividad de operadores como Lexington (con 750 metros cuadrados más), o los franceses Wojo (con 8.300 metros cuadrados, anunciando además nuevos proyectos, como 48 oficinas más en otras zonas de nuestro país). Por lo tanto, los auspicios en torno al segmento de las oficinas flexibles parecen señalarlas como un referente de próximo crecimiento en el sector, aunque ese crecimiento esté todavía en sus preliminares.