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Qué debemos tener en cuenta para hacer una mudanza

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Llevar a cabo una mudanza ahora que llega el verano y las vacaciones, puede ser una opción que muchos de nosotros nos estemos planteando. En realidad, muy pocos tenemos ganas de emprender algo tan arduo pero sabemos que es el inicio de una nueva etapa cargada de ilusión.

Bien es cierto que la experiencia es la más sabia de las consejeras, cosa que habremos de recordar cuándo nos veamos envueltos en ese caos cósmico de muebles y de los más variados objetos de decoración y artefactos domésticos.  

En una sociedad tan propensa al nomadismo como lo es la actual, todos hemos de pasar varias veces a lo largo de nuestra vida, por una mudanza. Rescisiones de contratos de arrendamiento, subidas de arriendos, y otras eventualidades, compra de una casa… que dan lugar con gran frecuencia a esta necesidad sobrevenida de la mudanza.  

De este modo, lo más recomendable es seguir una serie de oportunos y sencillos consejos que nos ayuden a hacer más llevadero este episodio de nuestras vidas, al tiempo que puedan lograr abreviar su duración.  

Una mudanza requiere organización y previsión

En primer lugar, lo más recomendable es acometer un meticuloso escrutinio de todo aquello que de verdad hemos de llevarnos a nuestro nuevo domicilio, y así mismo cribar todo aquello que no vamos a necesitar o que ya nos resulta enteramente superfluo.

Así, hemos de tirar, regalar, donar, o, si tenemos la oportunidad, vender, todo lo que no sea un óbice obstáculo en el traslado.  Bien es sabido que un lado positivo de las mudanzas es que suponen una verdadera limpieza de nuestras vidas, por todo lo que concierne a la vida acumulativa: Es decir, todos los objetos que hemos ido acumulando o atesorando a lo largo de nuestra peripecia vital.

Deshacernos de lo superfluo se experimenta, así, como una liberación del lastre que pesa en nuestros espíritus y en nuestra andadura. Nuestros objetos pueden ir a la basura o los contenedores, otros podrán ser vendidos de segunda mano, a nuestras amistades, etc. Este expurgo de los objetos ya inservibles o superfluos deberemos emprenderlo inmediatamente antes de la operación de traslado propiamente dicha.  

Asimismo, es harto recomendable corroborar si contamos con un seguro para los objetos de valor especialmente elevado, por cuanto la mudanza siempre es de suyo un trance sobremanera arriesgado para ellos.  

A continuación, hemos de proceder al embalaje; en este momento concreto, debiéramos comenzar por empaquetar los libros, ya que se trata de objetos especialmente pesados y delicados. El último paso de una mudanza ha de ser embalar los objetos de menos uso, pues muchos de ellos podrán ser excluidos de este trance.  

En cuanto al mobiliario, no es nada recomendable embalarlo directamente, si no hacerlo a su vez sobre el embalaje, para que no quede marcado y no se estropee. Dentro de lo posible, los muebles deben ser desmontados, y los tornillos, tuercas, y otras piezas de pequeñas dimensiones, habrán de ser guardados en bolsas de plástico, que pueden ir adheridas junto al mueble correspondiente, o bien incluidas en el mismo embalaje o precinto. 

Hemos de saber que la duración de una mudanza grande puede abarcar una semana o incluso sobrepasarla. Es por ello que debemos armarnos de paciencia, y así podremos llevar a cabo esta ardua tarea con el éxito deseado y minimizando en lo posible los contratiempos y sufrimientos que a menudo conlleva. 

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