A comienzos de año, ya se difundían abundantes noticias sobre la caída del mercado de los alquileres turísticos. Tal era el caso de un célebre titular del diario El Mundo de 11 de enero de 2020 (“El ‘boom’ del alquiler turístico se desinfla entre los particulares”), o de la sección de Economía del diario El País (“El número de plazas en viviendas de uso turístico cae por primera vez en España”).
Tales afamados medios de difusión informativa atribuían esta debacle a varias razones: una era la, a su juicio excesiva, regulación tanto gubernamental como municipal del mercado de arrendamientos. Esta regulación comenzó a poner coto a un crecimiento que había sido desmesurado en la última década.
Ello podía resultar preocupante, pues el turismo ha seguido siendo una de las principales bases y fuerzas motrices de la economía de nuestro país. Los Ayuntamientos de grandes ciudades españolas se han mostrado, sin embargo, bastante hostiles ante los pisos de uso turístico.
Además, el lobby de los grandes negocios turísticos, en el que lógicamente se hallan incluidas las grandes cadenas hoteleras, ve a estos alojamientos como una forma de descarada competencia desleal, por lo que también han presionado mucho para su regulación.
¿Cuál es el futuro de los alquileres turísticos?
En los comienzos del estado de alarma, los alquileres turísticos, como tantas otras actividades de la vida económica española, sufrieron un severo pinchazo, según informaciones del diario El Confidencial. Ello ha producido que no pocas viviendas de uso turístico se hayan ido reconvirtiendo en viviendas convencionales, o, como si dijéramos, tradicionales.
Ahora, en plena desescalada, la preocupación por reanimar el sector turístico, verdadero pulmón de la economía española, se halla muy extendida y se extiende hasta el Gobierno central y las Administraciones Públicas.
En la actualidad, los alquileres turísticos se han convertido, de un negocio floreciente que podía reportar más de 3.000 euros al mes por piso céntrico, a transformarse en algo ruinoso, que precisa de la reconversión en vivienda tradicional y de las subvenciones públicas para sobrevivir.
Reconvertir en vivienda tradicional, a la espera de la reactivación
Como es lógico, la tendencia a reconvertir los pisos turísticos en viviendas de uso convencional es la única salida lógica que queda en el momento presente. Esperar la reactivación es la única solución razonable ante el panorama, todavía congelado, del sector turístico español.
Tanto la regulación municipal (como las denuncias vecinales y multas consiguientes por las viviendas turísticas en negro) como la necesidad ineludible para muchos de ayudas públicas o la caída del mercado de los visitantes extranjeros, han provocado quesean muchos más arrendadores los que regularizan o necesitan regularizar la situación jurídica de su vivienda en alquiler. Con la pandemia, muchos arrendadores coinciden en afirmar que “Airbnb nos ha cerrado el grifo”.
Sin embargo, son muchos los analistas económicos y los especialistas del sector, como los de Idealista, Fotocasa, o BBVA Research, que están hablando de una crisis breve y una rápida recuperación. Esta última se pronostica para, como muy tarde, mediados del año próximo.
Las razones para este moderado optimismo estriban en que las empresas financieras privadas ya no se encuentran en bancarrota como hace años, y podrá conceder créditos para obra nueva, hipotecas, y otras inversiones del sector. Además, la oferta ya no es tan sumamente amplia como en la cresta de la ola de la crisis de 2007, con la depresión de los precios que ello supuso.
Muchos propietarios están regularizando sus inmuebles e introduciéndolos en agencias y promotoras inmobiliarias, pues el sector comienza a despertar lentamente de la pesadilla del confinamiento, y habrá un lento despegue, que, según se prevé, culminará el año próximo. La vivienda convencional será, durante este año, la mejor vacuna hasta la llegada de la reactivación turística.
